segunda-feira, 30 de março de 2009

¿El fin de los prostíbulos fiscales?

Son comparables a los prostíbulos en aquellas ciudades del interior: indispensables para que los casamientos pudiesen ser eternos, indecentes para mantener la moral vigente. Es así que funcionan los llamados “paraísos fiscales”, según la definición eufemística de la OCDE: impuestos insignificantes o inexistentes, ausencia de transparencia en materia fiscal, refugio fácil de empresas fantasmas que tienen actividades locales ficticias. Los recursos depositados en ellos son calculados en 10 billones de dólares, en 4 mil bancos y 2 millones de sociedades naranjas*.

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Un de los mayores bancos brasileros pagó publicidad de apertura de la revista británica The Economist, la de mayor influencia en el mundo, anunciando en el pié de página que, entre otras localidades, tiene sede en un famoso paraíso fiscal. ¿Que sistema económico es ese que necesita prostíbulos, de lugares recónditos, por donde pasa gran parte del dinero producido por el comercio de drogas, de armamentos clandestinos que, fabricados por empresas de las grandes potencias mundiales, aquellas que dominan el Consejo de Seguridad, supuestamente preocupado de velar por la paz mundial, producen la gran mayoría de las armas que alimentan los conflictos que ellos deberían combatir?



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