quarta-feira, 3 de setembro de 2008

Llega la hora de la gran colisión


Imagínese un experimento científico que lleva tal cantidad de cable (10 veces más fino que un cabello humano) como para cubrir de sobra la distancia de la Tierra al Sol cinco veces; que uno de sus detectores es más grande que la parisiense catedral de Notre Dame y que otro tiene un sistema de imanes con más hierro (10.000 toneladas) que la Torre Eiffel. Todo ello está montado en un túnel circular de 27 kilómetros que las partículas elementales de los experimentos recorrerán más de 11.000 veces por segundo. Cuando choquen entre sí en cuatro puntos de colisión, las partículas se desintegrarán y crearán otras nuevas nunca producidas hasta ahora artificialmente, en condiciones controladas de laboratorio. Los físicos que estudian los componentes fundamentales de la materia están entusiasmados e impacientes por empezar a trabajar con este colosal experimento.

Se llama Gran Colisionador de Hadrones (LHC, en sus siglas en inglés) y se estrenará dentro de una semana en el Laboratorio Europeo de Física de Partículas (CERN), junto a Ginebra. Allí, a un centenar de metros de profundidad, en el túnel del acelerador, físicos e ingenieros de todo el mundo se afanan por acabar todo a tiempo para inyectar los primeros haces de partículas en el LHC el 10 de septiembre y comprobar -eso esperan- que todo funciona.


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