El ensayo neoliberal ha concluido. Todo salió mal. No generó crecimiento, y cuando lo hubo fue sobre bases artificiales. Los equilibrios macroeconómicos crecieron y resultaron insostenibles. Las remuneraciones salariales se estancaron, lo que condujo al endeudamiento. La desigualdad y pobreza aumentaron. El sector financiero se expandió por la deficiente rentabilidad en el sector real y la crisis no se hizo esperar.
Pero dentro de todo esto una minoría se benefició. Esa elite planea no sólo continuar el experimento, sino ampliarlo. Los primeros signos se encuentran inscritos en la arquitectura y prioridades de los programas de rescate y de estímulo para frenar la recesión. Otra señal clara ya se despliega en los laboratorios de la academia.
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