"Cuando el Estado no regula bien, el mercado no funciona o produce resultados que no son tolerables. El Estado es imprescindible en tanto que regulador y en tanto autoridad que hace cumplir las normas". Joaquín Almunia, (Bilbao, 1948), que está viviendo en primera línea los avatares de la crisis financiera que sacude el mundo como comisario de Asuntos Económicos y Monetarios, invoca con estas palabras la vuelta al Estado como primera medicina para remendar los desmanes financieros. Ha exhibido una especial frialdad en medio de la tormenta financiera y ha ganado autoridad y respeto entre los responsables económicos de los Veintisiete. Las reacciones apasionadas se las reserva para el Athletic de Bilbao.
Almunia cree que los derrumbes financieros que están generando ejércitos de desempleados son "la herencia de mucha gente, desde Reagan a Thatcher, pero también de Greenspan". "Es la herencia del discurso que hemos escuchado desde voces del sector financiero privado, defensoras de la autorregulación frente a cualquier intento de regulación", dice.
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