Los disturbios entre árabes y fundamentalistas judíos en una ciudad de 50.000 habitantes han provocado segregaciones que evocan el nazismo
Las piedras como puños y los restos de los cócteles molotov aparecen entre los escombros calcinados. De la casa de Berta y Mohamed Ahmed queda el esqueleto. Negro. "Vivo aquí desde hace 28 años y quemaron hasta mi buzón. Los vi desde la ventana. Son gente de este barrio; los puedo reconocer", narra atropelladamente el cincuentón Mohamed. Grita y apenas resiste el llanto. "Reían mientras nos atacaban. Los vecinos habían retirado los coches para que no los quemaran. Estaba todo planeado. Los policías estaban a 100 metros; no hicieron nada, y los bomberos no apagaron las llamas".Vejam mais no EL PAIS.COM
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