Los israelíes son realistas por excelencia. Por eso siempre vale la pena buscar a un homólogo israelí para tomar un buen whiskey en el circuito diplomático. Invariablemente tejerá un hilo de nylon que no se veía a primera vista en el tapiz de una historia sencilla.
Por lo tanto, la primera advertencia de que el proyecto aventurero de hacer una “revolución Twitter” en Irán estaba condenado al fracaso tenía que venir de los israelíes. Combina bien con las indicaciones de que la capacidad del supremo líder Ali Jamenei de controlar una situación política aparentemente explosiva nunca estuvo realmente en duda, no importa hasta qué punto los medios occidentales hayan exagerado cuando propagaron que Teherán estaba ‘sobre el filo de la navaja’.
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