segunda-feira, 17 de março de 2008

A la OEA, para frenar la doctrina Bush

PÁGINA/12:

Por Darío Pignotti

Desde Brasilia

Brasil librará una discreta batalla diplomática hoy con los Estados Unidos en la Organización de Estados Americanos (OEA), cuyo secretario general, el chileno José Miguel Insulza, presentará un informe tras su visita al campamento ecuatoriano de las FARC bombardeado por Colombia el 1º de marzo, origen de una crisis que estremeció a la región. Versiones periodísticas publicadas este fin de semana indicaban que el canciller Celso Amorim pretende montar con sus pares de Argentina, Chile y Venezuela un dique de contención contra las maniobras norteamericanas para exculpar al presidente Alvaro Uribe por la invasión de territorio ecuatoriano.

El argumento de Washington será el mismo que presentó la secretaria de Estado Condoleezza Rice la semana pasada en Brasilia: el combate al terrorismo no puede respetar las fronteras y la noción tradicional de soberanía debe ser sustituida por la de soberanía relativa.

Para Brasil, en cambio, es innegociable la defensa del artículo 21 de la Carta de la OEA que consagra la inviolabilidad de los territorios nacionales.

Con todo, Brasilia estaría dispuesta a aprobar en el cónclave de hoy en Washington la creación de un grupo diplomático-militar integrado por ecuatorianos y colombianos en la frontera donde se originó el conflicto.

Funcionarios brasileños reconocen que al invocar la inviolabilidad territorial están actuando en solidaridad con Ecuador y por interés propio, porque el principio de la soberanía relativa puede abrir paso a la creación de tropas multinacionales que se arroguen el derecho de incursionar en los casi cuatro millones de km2 de Amazonia brasileña.

Fuentes militares admitieron, a diversos diarios locales, que en algunos tramos la frontera brasileña con Colombia, de 1646 km, es tan “porosa” como la de Colombia y Ecuador. Un ejemplo de esa vulnerabilidad fronteriza es el hallazgo, la semana pasada, de las primeras 150 hectáreas de hojas de coca y un laboratorio de producción de pasta base de cocaína en la selva brasileña. Especialistas consultados por la agencia de noticias oficial brasileña sospechan que tras los campesinos brasileños que sembraron la coca están narcos colombianos.

Los gobiernos de Brasil y Estados Unidos han defendido posiciones contrapuestas a lo largo del conflicto regional: mientras el presidente Lula da Silva “condenó” la “violación de la integridad territorial”, su colega George W. Bush ratificaba el respaldo al mandatario colombiano Alvaro Uribe en su lucha contra el “terrorismo”.

Es un hecho que Lula sufrió una derrota estratégica el 1º de marzo, cuando efectivos militares colombianos mataron al ex vocero de las FARC, Raúl Reyes, en la selva ecuatoriana. Desde fines de 2007 Brasil había apostado a la liberación de los secuestrados en poder de la guerrilla y se sumó a los primeros intentos de rescate promovidos por el presidente venezolano Hugo Chávez.

El miércoles pasado, poco antes del arribo de la secretaria de Estado Condoleezza Rice a Brasilia, el ministro de Relaciones Exteriores Amorim reiteró que para su gobierno las FARC no tienen el status de organización “terrorista” que le dan los EE.UU. y la Unión Europea.

Si bien el canciller brasileño ha reprobado la “abominable” metodología de las FARC de secuestrar civiles ha reconocido que rotular a esa organización como “terrorista” condenaría al naufragio cualquier vía de negociación. Amorim también reconoció, ante una consulta de Página/12, que para el Palacio del Planalto (presidencia) hubiera sido “preferible” que el contencioso entre Colombia y Ecuador se hubiera resuelto entre “países sudamericanos o latinoamericanos”, sin la injerencia de EE.UU. y la UE.

En otras palabras: para el titular de la diplomacia brasileña era mejor que la Casa Blanca se mantuviera a distancia del problema, lo que no ocurrió. El presidente Lula instruyó a sus diplomáticos para que el tema sea nuevamente abordado en la cumbre de la Unasur (Unión de Naciones Sudamericanas) que debe celebrarse en Cartagena de Indias a fin de mes.

Es por ello que Lula mencionó a Condoleezza Rice la necesidad de crear un ámbito de resolución de conflictos regional. Se refería al Consejo Sudamericano de Defensa, iniciativa que ya fue analizada el mes pasado por el ministro brasileño Nelson Jobim y su colega argentina Nilda Garré.

Posiblemente la creación de ese Consejo, que pretende sustituir a la Junta Interamericana de Defensa, en la que participan los EE.UU., será uno de los asuntos que analizarán esta semana Marco Aurelio García y las autoridades venezolanas en Caracas.

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